La Algeciras que despertó de un cajón

En enero de 1901 nos dejó nuestro querido violinista Regino Martínez Basso, quedaron de él recuerdos de familiares y amigos, el reconocimiento público con una placa de mármol en su casa natal y llevando la calle Ancha, como nombre oficial, el de calle Regino Martínez. En su querida casa quedaron muchos de sus efectos personales: cartas, fotografías, libros, partituras, su violín, etc.

El tiempo, dicen, que pone las cosas en su sitio y a nuestro violinista su sitio y su momento le han llegado. Este 2020 conmemoramos algo muy hermoso, el nacimiento, la vida que comienza, en una céntrica calle algecireña, de un niño al que pusieron por nombre Regino. Celebramos el 175 aniversario del nacimiento de Regino Martínez Basso, un 4 de febrero de 1845. Y para recordar este hecho, la Asociación de Amigos de la Música de Algeciras inauguró una exposición sobre la figura de nuestro violinista y compositor musical. Se podrá ver hasta diciembre de 2021, previa cita, en la sede de dicha Asociación, en el edificio conocido como “El Cubo de la Música”.

Pero no quedan ahí las sorpresas, ni mucho menos. Regino, además de violinista ilustre, fue un compositor musical, aunque de esto se tenían pocos datos. De entre los recuerdos que todavía la familia, tras varias generaciones, conserva con respeto y con una veneración casi mística, se encontraba una partitura interesantísima para Algeciras. Regino compuso una de sus piezas musicales dedicada a la ciudad que lo vio nacer y morir, su nombre no podía ser otro que “Algeciras”, título sencillo y muy emotivo para sus paisanos. Gracias a la familia de Regino Martínez se ha podido revitalizar la memoria de nuestro violinista más especial.

¿Y qué tipo de música escuchamos en esta “Algeciras”? Se trata de una danza para violín y piano. Según Juan Carlos Ocaña, en su calidad de compositor y director de la Orquesta Sinfónica de Algeciras, es una obra de gran interés para la investigación del Regino compositor. Se trata de una obra que requiere un gran conocimiento sobre la técnica del violín. Del acompañamiento al piano podemos decir que se queda en un segundo plano, cediendo todo el protagonismo al violín. “Algeciras” sería una gran revelación musical para los intérpretes del violín, debido a su complejidad técnica, es un reto para cualquier violinista. La obra nos recuerda a la típicas composiciones de la época y del estilo de Jesús de Monasterio y de Pablo Sarasate. El primero fue su maestro de Técnica y de Composición en Madrid y el segundo fue un gran amigo. “Algeciras” la encontramos en una partitura de tres páginas.

La obra empieza con una agradable melodía de danza, que nos recuerda a la Algeciras que Regino conoció, romántica y mirando al mar, de la segunda mitad del siglo XIX. Una Algeciras bulliciosa y con un cierto aire inglés mezclado con el casticismo de sus calles empedradas. En la segunda parte de esta obra irrumpe una sorpresa para el oido, pues tras la amabilidad de la primera parte de la obra, explota con una fuerza virtuosística al violín, con un piano como modesto acompañante.

Gracias al apoyo de la Fundación SGAE, el Departamento de Recuperación del PatrimonioMusical del Cubo de la Música está trabajando para adaptar “Algeciras” y pueda ser interpretada por una orquesta sinfónica y violín. De esta manera, la intención sería aprovechar más la obra, sacarle más partido, ya que es tan virtuosística, que es un verdadero reto para el violinista que la interprete, y el acompañamiento de la orquesta le daría un mayor realce musical.

Una curiosidad, la obra “Algeciras” está dedicada a Laureano Forssini, un violinista español, a pesar del apellido italiano, amigo de Regino Martínez y que trabajó mucho en Lisboa y Madrid. Forssini era un reconocido virtuoso del violín y Regino compuso esta obra para que su amigo demostrara su gran dominio y técnica de este instrumento musical.

Pronto podremos disfrutar con el estreno de esta maravillosa obra, que se suma a la anteriormente recuperada de Regino, la “Polka de la Despedida”, gracias a Juan Carlos Ocaña que la pudo restaurar e incluso reconstruir en algunas partes, a través de una particella, que era lo único que ha llegado hasta nosotros. Agradecemos de nuevo aquí el mecenazgo de la Fundación SGAE. Recordemos que esta “Polka de la Despedida” la compuso Regino Martínez para despedir a los soldados que embarcaban rumbo a la Guerra de Cuba. Y allí, en el muelle, tocaba Regino su violín para que se llevaran este último recuerdo de su tierra los soldados de reemplazo.

Por tanto, Regino era tan virtuoso al violín como lo fue querido en su vida personal y profesional. Seguiremos informando de todo lo que todavía de Regino Martínez Basso está por descubrirse…

Por Agustín Del Valle y Juan Carlos Ocaña

Enlace a la noticia

2021-05-30T11:09:30+02:00